Faltarán...
“Lo que sabemos de los lugares es lo que compartimos con
ellos
durante un cierto tiempo en el espacio que son. El
lugar está ahí, la persona aparece, luego la persona se va, el lugar continúa,
el lugar hace a la persona, la persona transforma el
lugar.”
José Saramago
(1922-2010)
Desde la entrada a Portugal por la Villa de Alenquer ya se empieza a
sentir esa nostalgia cargada de mar, ese tiempo sin tiempo que se pasea por sus
sinuosas calles empedradas y por construcciones de blanco marfil que cuentan historias
de tiempos mejores.
Con el tiempo es imposible no dejarse tentar por esa ciudad, por esa
dama que aunque envejecida conserva la esencia de siglos de lucha completa. La majestuosidad
e imponencia del Vasco da Gama y el 25 de abril, los puentes más largos de
Europa –el primero rígido y el segundo colgante-. A bordo del tranvía aparecen Chiado
y el barrio alto; más adelante la Plaza de comercio.
Para describir a Lisboa faltarán tardes soleadas y muchos recorridos
calle arriba y calle abajo para desentrañar ese misterio secreto y encantador
que tiene la que en su momento fue llamada Olisipo.
Faltarán caipirinhas y caipiroskas…
Pero sobre todo faltarán fados que acompañen las hermosas noches y las
inspiradoras madrugadas…
Como diría el portugués y premio nobel de literatura de 1988, José
Saramago: “Físicamente habitamos un espacio pero, sentimentalmente, somos
habitados por una memoria.” Y eso es lo que ocurre en Lisboa, la habitamos y
poco a poco sin darnos cuenta su memoria nos habita… para siempre.