28 feb 2011

MAICOP en la Asamblea da Republica Portuguesa

Rosana Campayo García.// Nunca me había arreglado tanto en el MAICOP, pero la ocasión lo requería; estábamos en Lisboa, en los confines del viejo mundo.

El día cambiaba de un sol radiante a una tormenta de gota fría, como si el cielo se rompiera. Por suerte, al llegar a la Asamblea de la República, Lorenzo brillaba con fuerza y nuestros abrigos se quedaban a esperarnos en el autobús.



Los escalones que conducían a la Asamblea estaban mojados y las chicas huíamos de las salpicaduras que producían los zapatos de los chicos.

Una vez arriba, justo antes de entrar, uno se sentía como Rocky en la subida al Museo de Arte de Philadelphia. No es un museo, pero nos aguardaban obras pictóricas, arquitectónicas y mucha historia.



Del interior del antiguo Palacio de São Bento me llamaron la atención los continuos cambios. Por ejemplo, inicialmente se proyectaron cuatro claustros, y en la actualidad sólo queda uno. Otro se adaptó para albergar la Cámara de los Diputados. Un incendio reformuló el edificio, y el atrio de la antigua iglesia hoy es zona de paso que conserva el suelo original. ¡Ah! Sin olvidar la Sala de los Pasos Perdidos (me encantó este nombre) con sus ceniceros engarzados a la pared y sus frescos decorándola. O la lámpara de más de una tonelada que tardaba más de seis horas en ser bajada por un antiguo mecanismo.



Tras esta visita, nuestro anfitrión Nuno Inácio, nos llevó a comer a un recóndito lugar con unas vistas espectaculares. Nadie quería perder la ocasión de fotografiarse con la ria, el Puente “25 de abril” y el Cristo Rey de fondo.
Pero la cosa se torció cuando se combina: chirimiri + adoquines + tacones. Resultado: paró de llover justo cuando llegamos al autobús.



El colofón de la tarde vino con los maravillosos pasteles de Belém y de la sencillez exterior del Palacio Presidencial. De éste cabe destacar el magnífico jardín con vistas al río.

1 comentarios:

Anónimo,  29 de agosto de 2011, 17:39  

Das verguenza tia!! rídicula perdida, no te aguanta ni Dios. Sabelotodo y palizas serían tus apellidos. Plomo!

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