13 may 2011

Último vuelo

Juan Medina. // Coordinador Académico

Llegó la hora de regresar. Último avión, último billete... El final del viaje de MAICOP suele ser un momento de tristeza contenida. Las horas previas al último despegue se viven entre la nostalgia y el cansancio acumulado de todo un mes de periplo. Algunas caras serias, algunas fotos y muchos recuerdos desperdigados sobre el suelo de un aeropuerto, entre maletas y bolsos.


De pronto una voz empieza a llamar a los grupos. Primero el Priority Access, luego los demás. Los alumnos miran en ese instante sus tarjetas de embarque. “¿Qué asiento te ha tocado?”, “¿Qué número tienes?”... Igual que al principio, en el primer vuelo, cuando emprendieron la aventura rumbo a Buenos Aires. Entonces no lo sabían, pero además de las clases, las visitas, los ponentes y las recepciones, el viaje les deparaba más de una sorpresa.

Porque MAICOP no son sólo las charlas con los consultores profesionales; ni las recepciones en las instituciones y centros de poder, ni siquiera las reuniones con los diplomáticos, congresistas o senadores. El viaje de MAICOP supone una experiencia mucho más enriquecedora.





Llega el momento de subir al último avión y, como quien no quiere la cosa, el cansancio va dejando paso a los recuerdos y a las experiencias vividas: las horas eternas de risas e historias en la habitación del compañero; las infinitas comidas y sabores; la cultura, la gente conocida, el olor de las ciudades, los momentos históricos que, de manera imprevista, asaltaron por el camino... La política aquí y allá, con sus pliegues, sus resquicios y sus puntos de vista.




  
Vamos a despegar. A lo lejos se ve el Downtown de Miami, con sus yates, sus Starbucks y sus coches de lujo. Pronto la vista se perderá desde las alturas. Así pasó en Buenos Aires, cuando la turbina de un boeing aspiró de golpe la brisa de Puerto Madero, el arrullo del tango por San Telmo, el aliento a Cachafaz y el Fernet aquel que bebían en Palermo. Igual pasó en Washington, cuando bastó un golpe de timón en el cielo para dejar de ver el Pentágono y el gigantesco Mall con el Obelisco, el Capitolio y las cien ardillas que viven en el jardín de la Casa Blanca. Nueva York se dibujó en el horizonte poco antes de desaparecer entre las vías de un tren nocturno, como en las películas, con un skyline de postal lleno de rascacielos iluminados recortando la noche.


 Cuando alcanzamos la altura diez mil ya todo son recuerdos y aprendizajes. Enseñanzas guardadas en hojas de apuntes y momentos que forjarán historias mil veces contadas y repetidas: “¿Recuerdas cuando nos recibió un congresista en Washington?”, “¿Os acordáis de la tarde aquella que pasamos con el Jefe de Gabinete en la Casa Rosada?”.



El viaje de la cuarta edición de MAICOP llega a su fin cruzando el Atlántico. No tardarán en quedarse dormidos. Cuando despierten sentirán por un segundo que han salido de un sueño. Llevarán consigo para siempre una aventura con un grupo de compañeros que, de pronto, se han convertido en amigos. Atesorarán cada segundo vivido y cada milla viajada. Porque el Viaje de MAICOP es más que un viaje; porque los que tomaron el primer vuelo ya no son los mismos; y porque, de alguna manera -que me lo digan a mí- es una experiencia que te cambia la vida. 

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Desde la Tribuna: Fin

Pablo Martín. //

Momento MAICOP
Y se acabó. Escribo estas líneas desde España, con una media sonrisa por los cientos de recuerdos y sensaciones que me asaltan sin permiso ni previo aviso. Ha sido un viaje largo, encogidos en un angosto avión y con dificultades para dormir por llevar el horario de sueño cambiado, pero a pesar de todo esto, no quería que el avión aterrizase tan pronto. Una conversación más, unas risas más, un recuerdo más. Todo llega, todo pasa. Ese abrazo que corta la respiración y retuerce la garganta de tal forma que silencia la voz y obliga a los ojos a ocupar su lugar. Es el adiós del viaje y el preludio a la despedida definitiva, pero también es el inicio de una nueva etapa de esta poderosa amistad, porque fuera del MAICOP también habrá grandes momentos MAICOP.


MAICOP de Oro
La organización: por haber organizado un viaje que jamás podremos olvidar y por haber estado a nuestro lado a diario.

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11 may 2011

Sensaciones de vuelta

Pamela Goldáraz. //

Estamos en la recta final del viaje de MAICOP, sentada junto a Rocío, en una butaca de avión, rumbo a Miami.

Decenas de momentos vividos rondan por nuestras cabezas, momentos alegres y otros no tanto, pero todos ellos los podríamos resumir como “grandes” momentos.
Intento recordar un momento y no puedo evitar quedarme con la emoción que sentí al pisar suelo argentino, a pesar de no haber llegado a mi tierra (Salta).
La convivencia significa momentos intensos, sobre todo en Miami, cuando se producían algunos episodios de tensión cuando decidíamos hacia dónde mover los coches, pero afortunadamente se resolvían con la mayor diplomacia.


En Washington formamos una pequeña parte de la historia de los Estados Unidos, ya que pudimos vivir en carne propia la muerte del primer enemigo público del país: Osama Bin Laden. Algunos llevados por su instinto periodístico e impulsados por la ahora compañera de vuelo, fuimos corriendo hacia la Casa Blanca apenas nos enteramos de la noticia. Fue un momento que quedará en nuestros recuerdos.



Nueva York, la ciudad que nunca duerme, nos encontró casi derrotados por el cansancio. Fueron pocas horas las que pudimos disfrutar de esta gran ciudad, pero las suficientes para deslumbrarnos con las luces de Times Square, con la magia del Puente de Brooklyn y con las calles de Manhattan.


Y ahora el final…, comienzan las conclusiones del viaje y eso quiere decir que esto se termina, no solo el viaje, también el año en MAICOP. Conocí excelentes personas que quedarán en  mi corazón. Espero volver a encontrarlas en el camino.

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10 may 2011

Desde la Tribuna: La última cena

 Pablo Martín. //

Momento MAICOP



Treinta días de frenética actividad y un largo viaje en el horizonte, pero no importa, hay que salir para cerrar con broche de oro la estancia en América. Cenamos juntos, recordamos los momentos más divertidos e interesantes del viaje, nadie quiere hablar de despedida pues muchos temen que se exprese con lágrimas y abrazos en lugar de con palabras y risas. Qué diferencia entre el ocho de abril y el ocho de mayo: la cercanía y el contacto humano se han convertido en una necesidad, las bromas han caído en la más pura endogamia y las miradas de complicidad han sustituido a cientos de palabras. Todos pertenecemos a lugares diferentes, pero parte de cada uno de nosotros perdurará en estos lugares, parte de nuestra alma y de nuestra juventud más sana e inolvidable se quedarán para siempre en esta noche de primavera. Bailamos, cantamos, saltamos, brindamos… nadie dice lo que todos tememos, pero todos lo expresamos en cada gesto, es aquí, en nuestra amistad, en nuestro hermanamiento, donde se halla cada momento MAICOP.


MAICOP de Oro
   
Pablo Martín: porque también quiero un premio como los demás.

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9 may 2011

Si…

Fernando Nieto. // Coordinador

Si esto fuera una crónica habitual del viaje, vaya por delante que no lo es, podría comenzar destacando tres importantes lecciones sobre la política que pudimos contemplar el pasado cuatro de mayo durante nuestras visitas académicas con el Maicop en Washington. La primera de ellas, la necesidad de pensar lo que se va a decir antes de hablar y tener presente que debemos modular nuestro discurso en función del auditorio --creo que muchos coincidimos en que la Congresista Demócrata Loretta Sánchez, que amablemente nos recibió en su despacho frente al Capitolio, no aplicó estos principios cuando la interpelamos por la operación que acabó con Ben Laden--. La segunda, el hecho de que la política es, en ocasiones, aún más compleja de lo que parece: pudimos ver por la tarde con el exdiplomático José Cárdenas que el acuerdo de libre comercio de EE.UU. con Colombia y Panama puede tener éxito tras años de espera debido a un conflicto bélico en la frontera entre las dos Coreas. Increible, pero cierto. Y la tercera, una muy notable e interesante aportación de los EE.UU. , cuyas posiciones en algunas materias nos parecen complejas de asimilar vistas desde fuera,  la total facilidad para acceder, simplemente pasando un control de seguridad para no portar armas, a las oficinas y despachos de Congresistas y Senadores, sin necesidad de identificación personal. Quizá sea por su sistema de elección, pero los políticos norteamericanos parecen en este punto mucho más cercanos a los votantes que sus colegas españoles. Algo evidentemente positivo.

Visita al Capitolio

Si esto fuera una crónica habitual del viaje, podría continuar realizando simplemente un breve repaso a lo que fue nuestro intenso día de política en Washington. Donde visitamos el interior del Capitolio y los dos edificios anexos de oficinas del Congreso y del Senado para mantener reuniones con  una destacada congresista por California y con uno de los principales asesores del senador Marco Rubio, además de una visita intermedia a  The Fund for American Studies y una breve pero muy interesante excursión “turística” a la Biblioteca del Congreso, una de las instituciones culturales más importantes del mundo. Lugares emblemáticos, escenarios de películas y novelas por los que paseábamos con mirada atenta y feliz.

Reunión con Loretta Sánchez

Si esto fuera una crónica habitual del viaje, me centraría en describir con más detalle un hermoso momento Maicop vivido al atardecer en Washington DC, cuando ante el viento frío que soplaba en las calles, solo el director, Jorge Santiago, y quien esto escribe decidimos volver paseando entre hermosos museos y centros de poder mundial hasta nuestra base de operaciones, el hotel Lombardi. Y en este paseo surgió una conversación cercana y sencilla, pero que sacó a la luz un hecho quién sabe si clave para que todos nosotros recorriéramos la capital de Estados Unidos en estas fechas,  la presencia cerca de esta ciudad de familiares de Jorge en un rancho, al que él vino siendo aún un niño y al que acudían desde el D.C. importantes políticos norteamericanos y sus asesores. Quién sabe, porque muchos de nuestros sueños se forjan en la infancia, si fue este feliz tiempo el que condujo a Jorge a crear un máster sin igual y a cruzar el charco con todos sus alumnos año tras año para transformar un hermoso sueño en realidad.



Si esto no es una crónica habitual del viaje, os preguntaréis, queridos lectores (y no sin razón) ¿Qué pretende ser? La respuesta es sencilla y doble: Este texto escrito apresuradamente y aún sin el necesario periodo de reflexión ante una experiencia tan intensa quiere ser, ante todo, un agradecimiento sincero y profundo y un mensaje de esperanza.


Si os parece bien, voy a comenzar por el agradecimiento y para hacerlo, no me parece que exista mejor fórmula, por más que uno pueda darle vueltas, que decir simplemente Gracias. Gracias en primer lugar a Jorge Santiago por crear el MAICOP (junto al subdirector ahora feliz y al mismo tiempo tristemente exiliado a Madrid y a RTVE) y por dejarme compartir con él una parte de su sueño, y también, por invitarme reiteradamente a hacer un hueco en mi atareada agenda y disfrutar de unos días en Washington. Gracias también a Nieves, a Juan, mi compadre el justiciero andaluz, y a Paula por trabajar desde distintas posiciones, todas ellas muy importantes, para dar vida al Maicop y hacer posible que todo funcione mejor año tras año. Gracias a todos los que desde distintas posiciones hacen posible el Maicop y también a todos los que nos recibieron amablemente en este periplo por América. Y gracias también y especialmente a los alumnos del máster, no voy a nombrar a todos porque me he prometido a mi mismo (entre otras cosas) ser breve y sé que no lo voy a cumplir ni siquiera esforzándome, por dejarme ser partícipe de alguna manera de su experiencia y vivir un pequeño fragmento del viaje con ellos y compartir su mensaje de esperanza.

Visita a la sede de Naciones Unidas en Nueva York

Si alguien quiere tener la certeza de que en este mundo aún hay espacio para la esperanza, no tiene más que fijarse en ese grupo de jóvenes que ha cruzado medio mundo en un mes con una sonrisa en la cara. Washington y Nueva York son dos ciudades fascinantes en las que perderse en millones de detalles artísticos, históricos, innovadores, pero cualquier observador mínimamente atento habrá podido comprobar que aún más únicos que cada uno de esos edificios es cada uno de nuestros alumnos. Así entre estatuas de bronce y rascacielos se podían ver miradas inteligentes de complicidad, gestos de una ternura infinita, abrazos de amistad eterna, gritos de felicidad irreprimible, caricias furtivas entre enamorados, sonrisas que apenas cabían en los rostros y en definitiva un profundo espíritu de compañerismo y unidad y la sensación cierta de estar viviendo un tiempo único e irrepetible, una experiencia homérica que contar a los nietos y que compartir en futuros reencuentros dentro de muchos años. Y ahora ese tiempo debe dar paso a la vuelta a la realidad y a los trabajos, por ello mi último mensaje en este blog quiere ser para alentar a quién pueda estar leyendo estas líneas y necesite contar con grandes profesionales y mejores personas a apostar por los jóvenes de este master, porque --aunque es cierto que intento seguir la máxima de un reciente pontífice del siglo XX al que le preguntaron qué secreto guardaba para tener tantos amigos y que contestó “todas las personas tienen cosas buenas y malas, yo intento ver solo las buenas, por eso tengo tantos amigos” – sin duda están llenos de cualidades positivas, llenos de ilusión y de esperanza. Por eso me gustaría terminar este post (he cumplido la promesa de no hacerlo muy largo ni intelectual, aunque se me haya escapado esa última cita “de memoria”) haciendo un llamamiento a todos aquellos que en el futuro necesiten un buen profesional de la política con una frase propia de la cultura popular norteamericana, concretamente del Equipo A:


“Si tiene la suerte de encontrarlos, quizá pueda contratarlos”



Si tiene usted esa suerte no la desaproveche, es cierto que entre ellos existen notables diferencias propias de su edad y de su estado de formación, pero no me cabe la menor duda de que muchos de ellos serán excepcionales profesionales en las tareas que elijan y la prueba más sencilla de que lo que pienso es cierto es que no dudaría ni un instante en darles el gobierno de mi país o incluso el de mi comunidad de vecinos, que es sin duda mucho más complicada…, porque tienen la ilusión y la preparación y representan la esperanza. Esta pequeña parte del viaje a Ítaca ha concluido pero su viaje, nuestro viaje, está aún apenas comenzando y seguro, seguro que merece la pena. Buen viaje compañeros.

Visita al Capitolio



Pd. Me gustaría, como padre, con Rocío Martín, hace ya ahora 3 años de esta criatura, el blog del viaje del Maicop, daros especialmente las gracias por haber narrado aquí vuestras experiencias por América, os garantizo, se que lo sabéis, que dentro de unos años os daréis cuenta de que es uno de los mejores regalos que os habréis podido traer del viaje cuando repaséis estas líneas y recordéis momentos únicos e irrepetibles. Y me gustaría también dar especialmente las gracias, además de a Rocío que me ha echado una mano con la edición en Washington DC a Pablo Martín por ser un auténtico Maicop de oro y regalarnos unas crónicas tan hermosas como sinceras y vividas. Muchas gracias, Pablo.


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