13 abr 2011

Desde la Tribuna: "¡Qué Quilombo!"

Pablo Martín. //

Momento MAICOP

Una visita institucional al Palacio de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se presupone tranquila y envuelta de una seriedad absoluta, pero no en este viaje, no en esta maravillosa ciudad. Mientras la guía nos explica los motivos decorativos del techo, poco a poco su voz comienza a verse ahogada por un creciente griterío procedente del exterior del edificio; ante nuestras miradas de confusión y nuestras medias sonrisas de complicidad, la guía nos dice que nos preocupemos, que aquí cada día hay una manifestación diferente y que hoy les toca a los aficionados del equipo de fútbol de San Lorenzo. Claro, una cosa es una manifestación de trabajadores, por ejemplo, y otra muy diferente la de una afición de fútbol. El ruido comienza a convertirse en cánticos propios de un estadio, y, cuando llegamos a la impresionante biblioteca del edificio, nuestros ojos se deslizan de las estanterías al balcón de la calle para contemplar la marea humana y nuestros oídos pasan de oír el discurso de la guía al ya imponente griterío de los manifestantes; Santiago lo definió perfectamente: “¡qué quilombo!”.
Visita a la Legislatura e la Ciudad de Buenos Aires







 Al poco rato nos disponemos a abandonar el edificio y nos dicen que salgamos rápidamente de la zona porque puede ser peligroso. Al salir a la calle, vemos a la izquierda al grueso de manifestantes cantando y agitando las banderas del equipo, mientras que a la derecha observamos a los antidisturbios preparando su equipo para lo que pueda pasar. Sí, había que salir de allí sin demora alguna. Ileana se lo tomó realmente en serio, pues mientras el resto apenas habíamos puesto el pie en la calle y mirábamos de reojo la manifestación, ella ya había doblado la calle y estaba a punto de alcanzar la plaza de la Casa Rosada. Otro momento cotidiano más con un sello especial, otro momento MAICOP.

MAICOP de Oro

Rocío Martín (aunque no salga en la foto): por organizar una sorpresa de cumpleaños a Rosana, por soportar el estrés de tener que guardar el secreto y de tener que engañarla para darnos tiempo a subir con la tarta y sobre todo por haber demostrado un enorme cariño por su compañera de habitación.



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