Si…
Fernando Nieto. // Coordinador
Si esto fuera una crónica habitual del viaje, vaya por delante que no lo es, podría comenzar destacando tres importantes lecciones sobre la política que pudimos contemplar el pasado cuatro de mayo durante nuestras visitas académicas con el Maicop en Washington. La primera de ellas, la necesidad de pensar lo que se va a decir antes de hablar y tener presente que debemos modular nuestro discurso en función del auditorio --creo que muchos coincidimos en que la Congresista Demócrata Loretta Sánchez, que amablemente nos recibió en su despacho frente al Capitolio, no aplicó estos principios cuando la interpelamos por la operación que acabó con Ben Laden--. La segunda, el hecho de que la política es, en ocasiones, aún más compleja de lo que parece: pudimos ver por la tarde con el exdiplomático José Cárdenas que el acuerdo de libre comercio de EE.UU. con Colombia y Panama puede tener éxito tras años de espera debido a un conflicto bélico en la frontera entre las dos Coreas. Increible, pero cierto. Y la tercera, una muy notable e interesante aportación de los EE.UU. , cuyas posiciones en algunas materias nos parecen complejas de asimilar vistas desde fuera, la total facilidad para acceder, simplemente pasando un control de seguridad para no portar armas, a las oficinas y despachos de Congresistas y Senadores, sin necesidad de identificación personal. Quizá sea por su sistema de elección, pero los políticos norteamericanos parecen en este punto mucho más cercanos a los votantes que sus colegas españoles. Algo evidentemente positivo.
Si esto fuera una crónica habitual del viaje, vaya por delante que no lo es, podría comenzar destacando tres importantes lecciones sobre la política que pudimos contemplar el pasado cuatro de mayo durante nuestras visitas académicas con el Maicop en Washington. La primera de ellas, la necesidad de pensar lo que se va a decir antes de hablar y tener presente que debemos modular nuestro discurso en función del auditorio --creo que muchos coincidimos en que la Congresista Demócrata Loretta Sánchez, que amablemente nos recibió en su despacho frente al Capitolio, no aplicó estos principios cuando la interpelamos por la operación que acabó con Ben Laden--. La segunda, el hecho de que la política es, en ocasiones, aún más compleja de lo que parece: pudimos ver por la tarde con el exdiplomático José Cárdenas que el acuerdo de libre comercio de EE.UU. con Colombia y Panama puede tener éxito tras años de espera debido a un conflicto bélico en la frontera entre las dos Coreas. Increible, pero cierto. Y la tercera, una muy notable e interesante aportación de los EE.UU. , cuyas posiciones en algunas materias nos parecen complejas de asimilar vistas desde fuera, la total facilidad para acceder, simplemente pasando un control de seguridad para no portar armas, a las oficinas y despachos de Congresistas y Senadores, sin necesidad de identificación personal. Quizá sea por su sistema de elección, pero los políticos norteamericanos parecen en este punto mucho más cercanos a los votantes que sus colegas españoles. Algo evidentemente positivo.
Si esto fuera una crónica habitual del viaje, podría continuar realizando simplemente un breve repaso a lo que fue nuestro intenso día de política en Washington. Donde visitamos el interior del Capitolio y los dos edificios anexos de oficinas del Congreso y del Senado para mantener reuniones con una destacada congresista por California y con uno de los principales asesores del senador Marco Rubio, además de una visita intermedia a The Fund for American Studies y una breve pero muy interesante excursión “turística” a la Biblioteca del Congreso, una de las instituciones culturales más importantes del mundo. Lugares emblemáticos, escenarios de películas y novelas por los que paseábamos con mirada atenta y feliz.
Si esto fuera una crónica habitual del viaje, me centraría en describir con más detalle un hermoso momento Maicop vivido al atardecer en Washington DC, cuando ante el viento frío que soplaba en las calles, solo el director, Jorge Santiago, y quien esto escribe decidimos volver paseando entre hermosos museos y centros de poder mundial hasta nuestra base de operaciones, el hotel Lombardi. Y en este paseo surgió una conversación cercana y sencilla, pero que sacó a la luz un hecho quién sabe si clave para que todos nosotros recorriéramos la capital de Estados Unidos en estas fechas, la presencia cerca de esta ciudad de familiares de Jorge en un rancho, al que él vino siendo aún un niño y al que acudían desde el D.C. importantes políticos norteamericanos y sus asesores. Quién sabe, porque muchos de nuestros sueños se forjan en la infancia, si fue este feliz tiempo el que condujo a Jorge a crear un máster sin igual y a cruzar el charco con todos sus alumnos año tras año para transformar un hermoso sueño en realidad.
Si esto no es una crónica habitual del viaje, os preguntaréis, queridos lectores (y no sin razón) ¿Qué pretende ser? La respuesta es sencilla y doble: Este texto escrito apresuradamente y aún sin el necesario periodo de reflexión ante una experiencia tan intensa quiere ser, ante todo, un agradecimiento sincero y profundo y un mensaje de esperanza.
Si os parece bien, voy a comenzar por el agradecimiento y para hacerlo, no me parece que exista mejor fórmula, por más que uno pueda darle vueltas, que decir simplemente Gracias. Gracias en primer lugar a Jorge Santiago por crear el MAICOP (junto al subdirector ahora feliz y al mismo tiempo tristemente exiliado a Madrid y a RTVE) y por dejarme compartir con él una parte de su sueño, y también, por invitarme reiteradamente a hacer un hueco en mi atareada agenda y disfrutar de unos días en Washington. Gracias también a Nieves, a Juan, mi compadre el justiciero andaluz, y a Paula por trabajar desde distintas posiciones, todas ellas muy importantes, para dar vida al Maicop y hacer posible que todo funcione mejor año tras año. Gracias a todos los que desde distintas posiciones hacen posible el Maicop y también a todos los que nos recibieron amablemente en este periplo por América. Y gracias también y especialmente a los alumnos del máster, no voy a nombrar a todos porque me he prometido a mi mismo (entre otras cosas) ser breve y sé que no lo voy a cumplir ni siquiera esforzándome, por dejarme ser partícipe de alguna manera de su experiencia y vivir un pequeño fragmento del viaje con ellos y compartir su mensaje de esperanza.
Si alguien quiere tener la certeza de que en este mundo aún hay espacio para la esperanza, no tiene más que fijarse en ese grupo de jóvenes que ha cruzado medio mundo en un mes con una sonrisa en la cara. Washington y Nueva York son dos ciudades fascinantes en las que perderse en millones de detalles artísticos, históricos, innovadores, pero cualquier observador mínimamente atento habrá podido comprobar que aún más únicos que cada uno de esos edificios es cada uno de nuestros alumnos. Así entre estatuas de bronce y rascacielos se podían ver miradas inteligentes de complicidad, gestos de una ternura infinita, abrazos de amistad eterna, gritos de felicidad irreprimible, caricias furtivas entre enamorados, sonrisas que apenas cabían en los rostros y en definitiva un profundo espíritu de compañerismo y unidad y la sensación cierta de estar viviendo un tiempo único e irrepetible, una experiencia homérica que contar a los nietos y que compartir en futuros reencuentros dentro de muchos años. Y ahora ese tiempo debe dar paso a la vuelta a la realidad y a los trabajos, por ello mi último mensaje en este blog quiere ser para alentar a quién pueda estar leyendo estas líneas y necesite contar con grandes profesionales y mejores personas a apostar por los jóvenes de este master, porque --aunque es cierto que intento seguir la máxima de un reciente pontífice del siglo XX al que le preguntaron qué secreto guardaba para tener tantos amigos y que contestó “todas las personas tienen cosas buenas y malas, yo intento ver solo las buenas, por eso tengo tantos amigos” – sin duda están llenos de cualidades positivas, llenos de ilusión y de esperanza. Por eso me gustaría terminar este post (he cumplido la promesa de no hacerlo muy largo ni intelectual, aunque se me haya escapado esa última cita “de memoria”) haciendo un llamamiento a todos aquellos que en el futuro necesiten un buen profesional de la política con una frase propia de la cultura popular norteamericana, concretamente del Equipo A:
“Si tiene la suerte de encontrarlos, quizá pueda contratarlos”
Si tiene usted esa suerte no la desaproveche, es cierto que entre ellos existen notables diferencias propias de su edad y de su estado de formación, pero no me cabe la menor duda de que muchos de ellos serán excepcionales profesionales en las tareas que elijan y la prueba más sencilla de que lo que pienso es cierto es que no dudaría ni un instante en darles el gobierno de mi país o incluso el de mi comunidad de vecinos, que es sin duda mucho más complicada…, porque tienen la ilusión y la preparación y representan la esperanza. Esta pequeña parte del viaje a Ítaca ha concluido pero su viaje, nuestro viaje, está aún apenas comenzando y seguro, seguro que merece la pena. Buen viaje compañeros.
Pd. Me gustaría, como padre, con Rocío Martín, hace ya ahora 3 años de esta criatura, el blog del viaje del Maicop, daros especialmente las gracias por haber narrado aquí vuestras experiencias por América, os garantizo, se que lo sabéis, que dentro de unos años os daréis cuenta de que es uno de los mejores regalos que os habréis podido traer del viaje cuando repaséis estas líneas y recordéis momentos únicos e irrepetibles. Y me gustaría también dar especialmente las gracias, además de a Rocío que me ha echado una mano con la edición en Washington DC a Pablo Martín por ser un auténtico Maicop de oro y regalarnos unas crónicas tan hermosas como sinceras y vividas. Muchas gracias, Pablo.
1 comentarios:
¡Grande señor Nieto! Estoy contigo, dentro de un tiempo, cuando asimilemos todo esto, alucinaremos... y lamentaremos no poder repetirlo.
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