La Plata

Ángel Iglesias. //

Hoy hay tocado viajar. Hemos conocido La Plata, una de las ciudades más grandes y bellas de Argentina y hogar de nuestro coordinador, compañero y aún así amigo, Santiago Comadira.

Tomamos (que no cogemos) el Autobús de camino a la ciudad a las 9:30 de la mañana, y en poco más de una hora llegamos a nuestro primer destino: la comuna del partido PRO.

En la sede del partido, que no es más que una pequeña habitación empapelada con pancartas de apoyo a los candidatos y símbolos del peronismo, nos recibe el candidato a la alcaldía de la ciudad Gonzalo Atanasof, que nos explica un poco sobre la ciudad y la reunión a la que más tarde acudiremos.

De la bienvenida en la sede del partido, acudimos al barrio de San Carlos, donde un grupo de vecinos había propuesto una reunión para expresar sus preocupaciones a los políticos locales: red cloacal, iluminación y asfalto de las carreteras, eran los temas a tratar. Un barrio que de día se antojaba tranquilo, por la noche se convertía en un peligroso laberinto de calles sin asfaltar, en el que si tienes la desgracia de cruzarte con un atracador tienes dos opciones: la plata o el plomo.

La reunión tiene lugar en medio de la calle. Tan sólo una mesa de plástico y mucho mate adornan la escena.

La tertulia concluye tranquila, entre mates y con voluntad por ambas partes (políticos y vecinos) de trabajar para mejorar el barrio. Nos despedimos de la gente y tras un brevísimo paso por una esquina en la que grupos de dos partidos conviven haciendo campaña para sendos candidatos vamos al Club Hípico de la Plata, lugar donde nos espera la mamá de Santiago para comer un asado.

Al terminar el excelente asado, y luchando por continuar respirando tras la ingente cantidad de carne ingerida, Santiago nos invita a su casa para ver el primero de los cuatro partidos que enfrentarán a Real Madrid y Barcelona en poco menos de un mes. Entre risas y amenazas de un baño forzado en la piscina de la casa de Santi, transcurre el partido, nos despedimos del Sr Comadira y tras agradecerle su hospitalidad tomamos de nuevo el autobús para regresar al hotel.

Ha sido una jornada larga, de esas que cuando terminan sólo te quedan ganas de ducharte e irte a la cama, pero seguro que algún intrépido maicopero se animará a exprimir nuestra última noche de sábado en Buenos Aires…